A partir de ahí, y con vistas al aprovechamiento integral de los subproductos del olivar, OLEICOLA EL TEJAR puso en marcha todo un completo Programa de I + D, a través del cual, y partiendo de diferentes procesos industriales a que se someten los distintos tipos de orujo, obtiene toda una amplia gama de productos: pulpa para nutrición animal, carbón activo a partir del hueso de la aceituna, fertilizantes orgánicos, combustibles sólidos, etc...
La evolución tecnológica operada en las almazaras determinaba un incremento importantísimo en la humedad del orujo, así como un cambio cualitativo en la composición físico-química del mismo, que hacía muy difícil continuar con los sistemas tradicionales de secado y extracción, utilizados por las extractoras.
El volumen creciente de alperujo que los socios de la cooperativa aportaban a OLEICOLA EL TEJAR, comenzaba a plantear problemas. Había que buscar una salida técnicamente viable, económicamente rentable y respetuosa con el Medio Ambiente.
A finales de los ochenta, se empezó a contemplar la posibilidad de utilizar todo ese material como biocombustible. Existía algún proyecto para generar electricidad por combustión de los restos de orujo seco, pero, al aparecer el alperujo, fue necesario buscar una solución técnica más compleja que permitiera quemar este nuevo elemento, cuya composición de agua es mucho mayor que la del orujo tradicional.
Esta fue la razón que impulsó a OLEICOLA EL TEJAR a buscar soluciones tecnológicas que permitieran la combustión del orujo húmedo como fuente de energía para la generación eléctrica.